La hiperhidrosis consiste en un exagerado e innecesario aumento de la sudoración, especialmente en axilas, manos y pies, siendo la de las manos la más molesta para quien la padece. El sudor cumple la función de regular la temperatura corporal, está regulado por el sistema nervioso simpático, que a veces al funcionar inapropiadamente envía exagerados estímulos a las glándulas sudoríparas produciendo sudoración excesiva en algunas partes del cuerpo.

 

 

 

               El tratamiento con Toxina Botulínica bloquea la relación nervio-glándula sudorípara y evita la producción de sudor, pudiendo utilizarse en axilas, palmas, zona submamaria y plantas. La Toxina Botulínica produce un efecto inhibitorio en las células ecrinas secretoras, que están inervadas por neuronas simpáticas pero colinérgicas y reduce la producción de sudor.

 

         Una vez delimitada el área hiperhidrótica se inyectan intradérmicamente la Toxina Botulínica. La inyección usualmente es bien tolerada sin anestesia (únicamente frío local).

 

 

                El efecto anhidrótico se pude percibir en las siguientes 24-72 horas y usualmente es muy satisfactorio. Aunque las glándulas apocrinas son inervadas por fibras adrenérgicas y por lo tanto no se verían afectadas por la Toxina Botulínica, el tratamiento con esta sustancia ha marcado una notable mejoría del olor corporal (bromhidrosis).

 

                   El mecanismo de acción de este efecto podría ser debido a una reducción del ambiente húmedo, favorecedor de la proliferación bacteriana responsable de la descomposición del sudor que prácticamente no existirá tras el tratamiento con la Toxina Botulínica. Los efectos son más prolongados en el tiempo para las axilas pudiendo durar hasta 10-12 meses, en las palmas hasta 5 meses.